Desde antes del nacimiento de Cristo, ya existían registros de una enfermedad anónima, sigilosa y evolutiva, que nadie se atrevió a nombrar porque es difícil darle identidad a lo que se desconoce, no fue hasta que el trabajo de Françoise Skoda autora de “Médecine ancienne et métaphore” salió a la luz, que el mundo supo quiénes fueron los primeros en bautizarla, “Karkínos” la llamaron los griegos, término que quiere decir “cangrejo”, nombre que representaba mejor las cualidades de las tumoraciones que estudiosos como Hipócrates habían analizado en las mamas de las mujeres adultas; sí, los primeros vestigios de lo que hoy conocemos como “cáncer” fueron observados en los senos femeninos: “crecen a partir de ellas unos cangrejos, primero ocultos, los cuales por el hecho de que van a desarrollarse como cangrejos, tienen una boca rabiosa y todo lo comen con rabia”.
A partir de ese momento, el cangrejo se ha transmutado a frases, palabras y nombres científicos creados por múltiples especialistas con el fin de intentar definir la magnitud y el poder de éste, pero ni “el crecimiento descontrolado de las células mamarias” (Breast cáncer ORG) ni “carcinoma ductal infiltrante” representan lo que verdaderamente es el cáncer y específicamente lo que es el cáncer de mama para las personas que lo padecen; la definición de una palabra debe transmitir justo lo que la palabra representa por sí misma y es por ello, que las vigentes aún no lo han logrado, ni lo lograrán, porque el cáncer es personal, subjetivo y multifacético.
Para Teresa, el cáncer de mama es un maestro, que la Real Academia Española definiría como: “Guía de la primera enseñanza”, porque alguna vez le dijeron que había dos maneras de tomar la enfermedad, como un maestro o como un enemigo, ella eligió al primero porque de él aprendes, mientras que el segundo termina por destruirte; el cáncer como guía de enseñanza, le obligo a hacer algo que nunca había considerado importante, ver por ella misma.
“Voy a morir con dignidad, no tengo por qué causar lastima, no tengo por qué estar en una cama y el día que suceda, va a ser el día que Dios quiera, no el día que yo quiera”
Teresa fue diagnosticada con cáncer de mama ductal infiltrante a los 52 años, a tres años de la noticia: “Hoy por hoy estoy sana, mañana no sé, pero hoy estoy y hoy es lo que importa”.
Para Maria del Rocío, el cáncer de mama es un golpe, que puede ser comprendido como: “La acción de dar con violencia un cuerpo contra otro” y de entre los golpes, lo define precisamente como una “cachetada”, golpe que se da con la mano abierta, golpe que cimbra, porque le recordó su volatilidad y lo que ama; he aquí su lado multifacético, pues lo define también como una herramienta que permite el autoconocimiento y libera la fuerza interna, la fuerza que desconoces “reside en ti”.
“Lo difícil es aceptarlo, pero también darme cuenta de que yo tengo el poder de salir adelante, quiero seguir viviendo y está en mi”
María del Rocío fue diagnosticada con cáncer (tumor maligno) en la mama derecha a los 50 años, a cuatro años de la noticia, múltiples factores han influido en su mejora, el tratamiento dura cinco años, se encuentra en el tercero y su resultado va avante.
Para Alma Delia, el cáncer de mama fue sinónimo de muerte, definía y relacionaba esta enfermedad con la cesación o el término de la vida, la separación del cuerpo del alma, pero el tiempo la ha hecho cambiar esa percepción, hoy por hoy para Alma el cáncer es la oportunidad definitiva de cambiar tu vida, en el sentido de que permite tomar consciencia de tus decisiones y de ti misma.
“A nosotras las mujeres nos crían con esa idea de que siempre debes dar lo mejor para el mundo y al final estás tú (…) hoy agradezco al cáncer el poder identificarlo y modificarlo, hoy estoy yo antes que cualquier otra persona”
Alma Delia fue diagnosticada a los 41 años con cáncer de mama en etapa crítica, donde la única opción viable para salvar su vida fue la mastectomía, la extirpación de la glándula mamaria; hoy a tres años de ese momento se encuentra en tratamiento y con el alma “renovada”.
Para Romualda, el cáncer de mama es una agresión a la feminidad, entendiendo agresión como el: “Acto de acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño” y feminidad como algo: “Propio de la mujer o que posee características atribuidas a ella”; para Romualda esta enfermedad al inicio significó dolor, mutilación y muerte, pues en la lucha perdió un seno, pero con el tiempo, el significado del cáncer para ella ha cambiado drásticamente, hoy es sinónimo de vida, reconstrucción e incluso alegría.
“Hoy soy libre, soy fuerte, soy productiva, hoy puedo hacer cosas que nunca pensé poder hacer”
Romualda fue diagnosticada con un carcinoma ductal infiltrante a la edad de 36, lo venció, pero el cáncer regresó a sus 43 en etapa “terminal”, así entrecomillado porque hoy a los 47 años sigue de pie pues: “La muerte es segura, pero no es el momento”, los diagnósticos médicos que desahuciaron a Romualda hace cuatro años siguen maravillándose todos los días con su progreso.
Para Marina, el cáncer de mama es una oportunidad, entendiendo oportunidad como el: “Momento o circunstancia oportuno o conveniente para algo”, pues al tomar consciencia de lo que implica esta enfermedad, se comenzó a hacer más responsable, empezó a convivir más con sus hijos y lo más importante se dio cuenta de la falta de cariño que ella misma se tenía.
“Antes me sentía incompleta, ahora no me hace ser ni más mujer ni menos mujer porque me enseñó a valorar la vida, a quererme más y a decir: yo soy yo por lo que soy, no por lo que tengo o por lo que me hayan quitado”
Marina fue diagnosticada a los 41 años con cáncer de mama ductal infiltrante en una etapa donde la única manera de salvar su vida era aplicando la mastectomía, hoy en día sus últimos estudios arrojan resultados positivos: “estoy muy feliz, muy contenta porque no me quede derrotada ahí”.
Para Carmen, el cáncer de mama es un ataque al ego, entendiendo ataque como la: “Acción de perjudicar o destruir” y ego como el “Exceso de autoestima”, pues para ella, esta enfermedad obliga al ser humano a cuestionarse lo que considera que es y en realidad no es, es decir, llega a poner en perspectiva todo lo que se cree, lo que se dice y lo que se hace, sitúa.
“Al final no le tenemos que echar la culpa a nadie, simplemente asumir la responsabilidad y comprometernos con nuestra propia vida”
Carmen fue diagnosticada con cáncer de mama infiltrante a los 56 años, se encuentra a pocos meses de cumplir un año en tratamiento, ha realizado al pie de la letra los estudios y en la próxima consulta espera excelentes resultados.
Para Consuelo, el cáncer de mama es un despertar a la vida, pues al tener un amplio historial de cáncer dentro de su familia además del propio ha tenido que fortalecerse para sus hijos, además de que gracias al cáncer y por el cáncer Consuelo ha encontrado su misión en esta vida: ayudar a sanar otras almas con lo que ha aprendido a lo largo de los años de convivencia con esta “bendición”.
“El cáncer te enseña a premiarte, el cáncer te enseña a dejar de castigarte, el cáncer te enseña a poner límites, a decir “ahora soy yo, te amo, pero yo también me amo” eso es el segundo mandamiento: ama a tu prójimo como a ti mismo”
Consuelo fue diagnosticada a los 41 años con cáncer de mama en una etapa donde la única opción para salvar su vida fue la mastectomía radical; hoy en día Consuelo está sana y dedica cada día a sanar a otras mujeres por medio de su fundación: Toca, compartir es vivir.
Las definiciones de estas sobrevivientes permiten conocer un lado del cáncer que no aparece en los resultados médicos, ni en los análisis clínicos, ni en los diccionarios y mucho menos en las enciclopedias, son significados genuinos, vivenciales, son significados propios, así como justamente el cáncer y los procesos que lo conforman son.
María del Rocío, Teresa, Romuanda, Carmen, Alma Delia y Marina tienen algo en común además de la lucha contra esta enfermedad, todas son miembros de la fundación de Consuelo, todas han aprendido la importancia de tocarse para vivir